APOLOGIA DEL DELITO




Apología es la alabanza o justificación que se hace ya sea en forma verbal o escrita respecto de uno o varios hechos humanos de la vida de una persona y de una fase de la misma. La apología por lo mismo es una forma de exaltación hacia la persona por uno o varios hechos realizados y que exceden el valor  al comportamiento general. Por lo mismo deben ser objeto de apología los hechos notables y positivos de un hombre, dentro de los campos intelectual, moral y social por las repercusiones favorables al medio social dentro del cual han desarrollado su acción, por lo que tiene de beneficioso a los demás.

Puede suceder que se exalte un hecho negativo, esto es contrario a la moral, al orden, al imperio de la ley, a la organización republicana, es decir que ha un hecho recriminable se alabe.

Dentro de la literatura barata y folletinesca aceptada muchas veces aún por medios de difusión colectiva se exalte al delito; a base del se tejen tramas novelescas en las que el hechor aparece como un héroe. Igual es el caso de proyecciones cinematográficas que muchas veces constituyen verdaderas lecciones de delincuencia. Para que exista el delito se requiere que la exaltación sea pública;  que se refiera a un delito cometido, a una figura delictiva.

La apología del delito efectuada mediante publicación de la prensa viene a constituir un escrito inmoral, porque con él se está atacando a las buenas costumbres.

La apología del delito viene a ser una forma indirecta para instigar al delito.

La apología de un delito de carácter político vendría a ser una forma especial que no puede asimilarse a la exaltación de un delito común en razón del contenido que tiene tal delito y su finalidad en beneficio socio-político.



ANTROPOLOGIA CRIMINAL



El Derecho Penal dentro de la escuela clásica fue esencialmente jurídico. Su finalidad sancionar el delito e imponer una pena considerada equivalente al daño, reconociendo que éste se causó por el mal uso de la libertad y por decisión plena de la facultad volitiva.

A esta etapa de la estructura del delito sigue otra llamada “científica” y que se concentra en la llamada escuela positivista. Su precursor, César Lombroso, italiano (1835-1909) antropólogo y criminólogo, profesor especializado en enfermedades mentales y en antropología criminal, médico de un manicomio y de las cárceles de Turín.

Antes de Lombroso varios pensadores se ocuparon de estudiar las condiciones físicas y síquicas del delincuente; se suponía poseían ciertas anormalidades que los diferenciaba. Cabe mencionar algunos nombres entre otros Lemoine, Lambe, Richte, Fallot, Morcelli, Piehard, Nichalson, Tenchini, Marro,Ottolenghi, Triggerio, etc., etc.

Las observaciones se refieren a la configuración física, a los rasgos somáticos; fueron observadas las circumbalaciones cerebrales, se habló de la fusión congénita de los lóbulos frontales. Especial atención se dedicó para aquellos delincuentes en los que se descubrió un hoyuelo en medio del occipital explicándose se trataba de una deformación. Encontraron los observadores además huesos extraños ubicados a los lados del occipital, se efectuaron además mediciones de los cráneos de antisociales anotándose la presencia de “rasgos criminales”: “poco desarrollo cerebral, plagiocefalía”, mandíbula voluminosa, frente estrecha, asimetría facial, nariz corva, labios abultados, órbitas oculares asimétricas y muy desarrolladas, estrabismo ocular, dientes desiguales o montados, falta o hipertrofia de los incisivos medianos, desviación de los huesos nasales, nariz aplastada al centro, arrugas cigomáticas o sea en medio de los carrillos y que se los considera propios del vicio, variabilidad en el número de vertebras.

Se anotaba además cierta forma de actuar muy peculiar en el delincuente, así la prostituta, decían, presume de elegante, busca el confort y el ocio, es amiga de las golosinas; precisa de emociones y de licores; cree en la suerte de la baraja; tiene falta del sentido moral; es coqueta y exhibicionista, desenfrenada en el lenguaje. La ladrona en cambio no es ni coqueta ni le gusta el buen vestir, tampoco es holgazana, pero en cambio le falta sinceridad, es hábil para fingir situaciones, es desconfiada. Las anormalidades hereditarias de las ladronas son menores que las de las prostitutas; en éstas hay signos de degeneración física y síquica; en las ladronas hay debilitamiento de la inteligencia.

En los criminales, anotan los antropólogos dedicados a la observación, hay disminución en la eliminación de úricos; hay menos desarrollo del sentido del olfato, el paso izquierdo es generalmente mucho más largo que el derecho.

Otra observación en los delincuentes: presencia del tatuaje o impresión de figuras en la piel del cuerpo a base de tinta que se la hace penetrar con agujas. El tatuaje de los criminales casi siempre es obsceno y representativo de escenas brutales.

Tienen los criminales una forma peculiar de escribir y sobre todo de hablar; hay palabras propias de los delincuentes, el argot o jerga sui géneris. En la escritura hay signos que se los puede calificar de jeroglíficos.

Se anotó otra característica especial en el criminal, una resistencia al dolor, sobre todo en relación con los suplicios que les infringían los investigadores en el proceso de la búsqueda de la verdad así pues aparece con mayor resistencia para salir avantes aún en un enfrentamiento  con salvajes: soportan sin quejas heridas, lesiones, fracturas y de esta resistencia hacen gala cual se tratara de condiciones muy superiores del hombre. La verdad es que esta ausencia del dolor los vuelve crueles con los demás a los que juzgan débiles y cobardes.

También se practicó el estudio del delincuente ocasional llamado criminaloide. No tiene características visibles como el delincuente nato o los tienen sumamente atenuados: reflexiona con más regularidad, es más equilibrado, menos impulsivo que los delincuentes natos o avezados.

En el criminal nato hay amor al mal por el mal. Se manifiesta desde los primeros años de carácter brusco, violento, generalmente adicto a los placeres venéreos normales o no; lo que más le caracteriza es la ligereza en las decisiones y la inestabilidad: de la tristeza pasa a la alegría y viceversa. En la conversación es incoherente; descubierto en su crimen no duda en acusar a otros y comprometerlos con o sin fundamento. El delincuente nato odia el trabajo y es megalómano.

Una serie de observaciones se habían pues practicado por los investigadores anteriores a Lombroso; observaciones aisladas como se ve que no podían dar una pauta para sentar reglas o sacar deducciones con el carácter de definitivas. 

Con Lombroso, según se dijo, se inicia un período de investigación científicas con la publicación de sus obras “El Hombre Delincuente, Los Criminales, Casuística médico-  legal, Genio y Degeneración, El Crimen, causas y remedios”.

Para Lombroso el delincuente pasa a primer lugar y el delito viene a ser una manifestación de la personalidad. Por ello la posición de Lombroso no es la de castigar sino prevenir. Según este pensador el delincuente es un ser atávico o sea con tendencia a volver a tiempos originarios de las humanidad.

Hay la criminalidad nata reconocible por rasgos corporales o anímicos. La naturaleza le ha hecho proclive al delito y la sociedad le da las condiciones del caso para que se torne un delincuente, éste constituye un tipo especial de hombre con estigmas morfológicos.

Existe una relación constante entre el delito congénito y la epilepsia, así como entre la locura y la sicopatías sexuales. Entre los enfermos que llegan al delito hay caracteres comunes; vagabundez, obscenidad, pereza, argot, tatuaje, irritabilidad, vileza. Las delincuencias son lunáticas y en los días tempestuosos los locos y epilépticos, los delincuentes natos cometen toda una clase de desafueros en las cárceles y se producen lagunas, vacíos en sus recordaciones.

La epilepsia es deformación localizada en la corteza cerebral y se manifiesta en acceso o acometidas prolongadas o intermitentes; descansa sobre un fondo de degeneración. No precisa el ataque convulsivo el que necesariamente se desencadena por el alcohol o la ira.

Aún el genio puede deberse a una especie de sicosis degenerativa perteneciente a la familia de las epilepsias. Es frecuente que el genio sea descendiente de un alcohólico, de un anciano. En la infancia se anota precocidad intelectual y sexual, sonambulismo, deformación craneana, extraños e irracionales temores, delirios. Por otra parte en la descendencia del genio (generalmente no hay) resultan imbéciles y tarados. Cita el autor algunos casos de los mencionados personajes.

El atavismo explica cierta clase de delitos cometidos por el hombre primitivo como la pederastia y el infanticidio. El delincuente muchas veces se asemeja al infante que tampoco tiene en sus primeros años frenos morales ni sociales, ni temor a la pena o castigo.

De cien delincuentes el 30 al 35% presenta caracteres efectivos de atavismo; el resto comprende a delincuentes ocasionales o pseudodelincuentes que obran por pasión.

Lombroso piensa a más de los factores endógenos o atávicos que existen como determinantes del delito causas exógenas, externas o sociales y así se refiere a los flujos metereológicos, climatológicos, de cultura, densidad de población, aspectos económicos, profesionales, educacionales. Estos factores son “desencadenantes”; el motor primario es la impulsividad congénita. En los pseudodelincuentes en cambio los factores externos ocupan el puesto determinante.

La delincuencia nata hace comprender la ineficacia de la pena por la repetición constante y periódica de ciertos delitos, haciéndose necesaria para la defensa social el aislamiento perpetuo del delincuente, aislamiento que no debe llamarse “pena”.

El resultado del juzgamiento no debe mirar únicamente a la gravedad del mal causado sino que atenderá con especial atención a la personalidad del agente del delito.

La reincidencia debe ser tratada como delincuencia nata.

Crítica.-  La doctrina de Lombroso fue relumbrante y novedosa para el tiempo en que se expuso y abrió la puerta a una investigación correcta para formar la ciencia penal. Más hay que reconocer que científicamente no ha llegado a comprobarse la existencia del delincuente nato. Hay delincuentes morbosos, insensibles, duros, empedernidos que no presentan las características físicas del atavismo, como hay personas con taras atávicas que no son delincuentes, ni puede decirse que necesariamente llegarán al crimen. No puede afirmarse que exista algo así como una clase delictiva caracterizada. Muchas veces lo que se tiene como signo físico degenerativo puede ser consecuencia de traumas físicos o de enfermedad como el raquitismo.

La epilepsia no puede por otra parte explicar todo el problema de la delincuencia. Debe deslindarse para la explicación de la etiología del crimen la parte que corresponde a esta enfermedad y la parte que corresponde a la locura llamada moral. En resumen la teoría de Lombroso no ha sido completa pero ha servido de valioso aporte al desarrollo de la Ciencia Penal, haciendo ver que no se ha de tener en cuenta solo la norma jurídica fría y estática que señala unas pena por un hecho violatorio del orden social, sino que se  ha de tener en cuenta al delincuente el que debe ser objeto de investigación en su personalidad y en el medio familiar y social en que se mueve. Esta investigación tiene que ser sobre todo de orden  biológico y sicológico. No tiene que atenderse a ciertos rasgos físicos sino al funcionamiento integral del organismo sobre todo del sistema nervioso central, neurovegetativo y al sistema de secreción de las glándulas, al proceso de fecundación en que la eugenesis debe actuar, gestación y nacimiento, a las leyes de la herencia. Deber del Estado es controlar todos estos campos en que se desenvuelve la vida del hombre para evitar en definitiva las degeneraciones por obra de enfermedades o de vicios.

Se plantea como interrogante: ¿debe procederse a la esterilización de los enfermos mentales o sicópatas predispuestos al crimen que han pertenecido a troncos delictivos? ¿Es fatal la herencia delictiva? Creo que la ciencia no ha dicho aún la última palabra en esta materia.